Prefacio

¿Qué es una maldición? ¿qué significa estar endemoniado? ¿cómo distinguir una expiación de una desolación espiritual? La tragedia griega nos muestra héroes sufriendo maldiciones para purificarse de alguna falta grave, ahí se expía. De forma análoga, en los monasterios se combatían las angustias y desolaciones provenientes del mal espíritu, tránsito inevitable en la perfección espiritual. ¿Cuánta dignidad puede haber en ser asediado por fuertes dolores en el interior? ¿Cuándo hay redención y cuándo sólo humillación y hundimiento?
En los siguientes escritos el lector podrá ver diversas opiniones y divagues al respecto, que en ocasiones no llegan a ningún lado, pues parten de un lugar cualquiera y se dirigen hacia la nada del instante. Sin discernir mucho se encontrará que cada texto fue motivado por un estado espiritual distinto. Y aunque resulte difícil encontrar una unidad de pensamiento, la Dedicatoria quizás aclare más las intenciones del autor.

Atte. Vergilius Veneficus





martes, 29 de junio de 2010

Torturas necesarias

¿Qué es lo más repulsivo? ¿Qué cosa nos causa más pánico? La angustia solitaria. El infierno no es un lugar como el que describe Dante o los poetas antiguos. El infierno son estados del alma: la corrupción de cuanto es válido considerar como Espíritu. En el desdichado se ven todos los indicios del poseso. Lo auténticamente infernal es el sufrimiento. Dudo, como cualquier persona sensata hoy en día, que exista un lugar donde se pene tras la muerte. Pero intuyo la putrefacción espiritual cuando una emoción corrupta nos habita y embruja, cuando nos consume. La vida humana puede ser transformada a causa de una pena. Y la historia podría entenderse como la vida misma de esta podredumbre paseándose por los pueblos.
No seré parcial, sin embargo. Debo reconocer que a menudo se presenta algo muy hermoso y digno de elogio tras toda esta cochinada. Aristóteles pensaba que la tragedia y la epopeya eran las formas más elevadas del arte por los actos humanos que representaban, siendo la desgracia una fiel acompañante en ellos. Yo pienso parecido sobre la vida misma. El tormento seguido nos da una razón para existir, aunque ésta consista tan sólo en eliminarlo. Casi no hay personaje digno de ser nombrado que no haya vivido su martirio. Y hay todavía una forma de dolor y muerte más justificada: la que redime a los pueblos, el éxtasis revolucionario. Bajo esta palabra podemos encontrar todo lo que equivale a una penitencia colectiva. Para Hegel la guerra era algo positivo, purificaba en cierto modo una época. Para mí únicamente lo hace la guerra revolucionaria, y soy uno más en la interminable lista de los que han pensado así. La revolución es un acto creador, su resultado final no debe importarnos tanto, ya que lo juzga el porvenir, y ningún artista se hizo grande con una sola obra. En ella, quizás nos toque ser el cincel, la piedra o la pura idea, todo depende cuándo nazcamos. Lo cierto es que la desdicha es inevitable, no es algo que esté en nuestras manos eliminar para siempre, cuando mucho podemos darle un sentido y aligerar su peso.
Hagamos de nuestro infierno una gloria. Seamos la gárgola que asusta al bribón de la historia.

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