Prefacio

¿Qué es una maldición? ¿qué significa estar endemoniado? ¿cómo distinguir una expiación de una desolación espiritual? La tragedia griega nos muestra héroes sufriendo maldiciones para purificarse de alguna falta grave, ahí se expía. De forma análoga, en los monasterios se combatían las angustias y desolaciones provenientes del mal espíritu, tránsito inevitable en la perfección espiritual. ¿Cuánta dignidad puede haber en ser asediado por fuertes dolores en el interior? ¿Cuándo hay redención y cuándo sólo humillación y hundimiento?
En los siguientes escritos el lector podrá ver diversas opiniones y divagues al respecto, que en ocasiones no llegan a ningún lado, pues parten de un lugar cualquiera y se dirigen hacia la nada del instante. Sin discernir mucho se encontrará que cada texto fue motivado por un estado espiritual distinto. Y aunque resulte difícil encontrar una unidad de pensamiento, la Dedicatoria quizás aclare más las intenciones del autor.

Atte. Vergilius Veneficus





martes, 9 de noviembre de 2010

Dolor, masoquismo y éxtasis

En un momento, apoderándose de la diosa, por la fuerza,
sobre su carro de oro, se la llevaba presa de las lágrimas.
Gritó ella, con todas sus fuerzas, invocando a su padre Cronida,
el dios más excelso y poderoso.
Himno homérico a Deméter, vv. 19-21.
* * *
Existe una forma de dolor que suele estar presente durante la creación, ejemplo de ello son las sensaciones de una parturienta. Algunos pretenden que esta forma es la única lícitamente placentera. Y luego añaden que sentir placer con otra forma de dolor es masoquismo. En mi opinión, siempre es masoquismo, mientras haya disfrute. Del que lo padece depende que después llegue a ser creativo o no. Algunos acaban por parir algo a fin de que el dolor adquiera algún sentido, a fin de abandonar el papel de víctima por el de demiurgo, la pasividad por la actividad. Se olvidan que muchos atletas de la concepción ya no sufren al realizar su tarea.
¿Dolor y sufrimiento coinciden? En ocasiones sí, pero no se trata de una ley. Al respecto, puede sernos ilustradora una cierta interpretación, poco censurada, de aquel viejo mito sobre el rapto de Perséfone. La joven doncella debió experimentar sufrimiento, y también dolor, cuando Hades la embestía brutalmente y por la fuerza. Más tarde sufrió—esta vez sin dolor—al sorprenderse a sí misma saboreando las delicias de la prostitución, otra forma de masoquismo. Así que terminó por atribuirle un sentido, y entonces tuvo que nacer de ella un dios muy apreciado. Con el tiempo se ensayó sustituir a Hades por el justo y poderoso Zeus, y el ultraje por un acto de amor, con tal que la unión resultara santa. ¡Y hasta el incesto pasó a ser sagrado!
Al sufrimiento de su madre, Deméter, también se le asignó un sentido, y he ahí el nacimiento de los misterios eleusinos. Las supuestas conexiones de este evento con la vida agrícola, las estaciones, y la inmortalidad de la Naturaleza serían improvisadas como justificación.
¿Mas no había verdad y magia en estas celebraciones? ¿Comprendió Deméter lo que le ocurría a su amada hija? ¿Se trató efectivamente de una violación? ¿Por qué la resignación de Perséfone es tan ejemplar? ¿No será que han sido malinterpretados sus gritos? ¿Sus alaridos pedían socorro o eran expresiones extáticas? ¿Fue su arrebato tan espiritual como físico? ¿Qué tipo de éxtasis era ése?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Arte e impiedad

Es un hecho irrefutable que la condición de vida actual lleva a la impiedad. Nuestro mundo se volvió un espectáculo de juegos pirotécnicos, aturdiéndonos constantemente con una lluvia de sensaciones exacerbadas. La memoria en nuestros días es cada vez más difícil de retener: ¡el momento transeúnte es una luz cegadora del pasado! Ya no hablar de las señales que los dioses imprimen en nuestra vida, éstas sólo son vistas por medio de la memoria y la meditación, una operación de la que los mortales no pueden sacar mucho provecho sin ayuda de una ciencia de los afectos. El encierro y el aislamiento ahora son parte constitutiva en todo misticismo. De igual manera, se eleva el espíritu al sentir desprecio por el contaminado mundo sensible.
No obstante, este desconcierto estético también conduce a un tipo de proliferación creativa: el arte fugitivo, fugaz como las modas. Si la obra de arte inmortal es semejante a practicar el Kama-Sutra durante horas, mucha de la producción artística actual se asemeja a una breve y efímera masturbación: ya ni siquiera importa enriquecer al otro, tacañería de la que nunca se cansa un alma enferma. ¿No es el gran artista otra clase de iluminado? ¿un redentor de la fealdad que hay en el mundo?