Prefacio

¿Qué es una maldición? ¿qué significa estar endemoniado? ¿cómo distinguir una expiación de una desolación espiritual? La tragedia griega nos muestra héroes sufriendo maldiciones para purificarse de alguna falta grave, ahí se expía. De forma análoga, en los monasterios se combatían las angustias y desolaciones provenientes del mal espíritu, tránsito inevitable en la perfección espiritual. ¿Cuánta dignidad puede haber en ser asediado por fuertes dolores en el interior? ¿Cuándo hay redención y cuándo sólo humillación y hundimiento?
En los siguientes escritos el lector podrá ver diversas opiniones y divagues al respecto, que en ocasiones no llegan a ningún lado, pues parten de un lugar cualquiera y se dirigen hacia la nada del instante. Sin discernir mucho se encontrará que cada texto fue motivado por un estado espiritual distinto. Y aunque resulte difícil encontrar una unidad de pensamiento, la Dedicatoria quizás aclare más las intenciones del autor.

Atte. Vergilius Veneficus





domingo, 27 de junio de 2010

Paganismo y perversión

El término "pagano" alude a todo posible asunto religioso que no es cristiano. Es un término tan excluyente como el de "bárbaro", usado por los griegos para designar a cualquier pueblo que no hablaba su lengua. Emplearlos es hacer honor a la intolerancia. ¿Neopagano? Más ridículo aún. Sloterdijk opina que esta palabra "destila resentimiento de teólogo".
Identificar lo pagano con lo diabólico es otro de los atrevimientos del cristianismo más vulgar. Pero los actuales cultos a Seth y a Baal no son paganos ni neopaganos, son satánicos. Los dioses paganos pasaron a ser demonios con el tiempo, nada raro siguiendo esta lógica: de Baal deriva Belcebú. Lucifer y Satán tampoco son el mismo, sólo el cristiano los confunde. No es lo mismo ser luciferino que ser satanista. El luciferino es más burgués.
¿Por qué demonios hablo de demonios? No sé, es divertido. Y ocioso. El que lee un blog lo hace por ocioso, y el ocio es la raíz de todo mal.
Igualmente ingenuo es pensar que lo demoniaco es siempre desordenado o poco racional. Lo irracional puede llegar a ser lo más divino: la experiencia mística y el amor son arrebatos irracionales. La perversión está más bien en el exceso de razón, porque el hombre mismo no es pura razón. De ahí que el buen cristiano muchas veces sea, lo que a veces llamamos, un estúpido. Y el hombre más metódico es el más endemoniado.

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